Este 8 de diciembre, la comunidad católica conmemora el Día de la Inmaculada Concepción, una fecha de profunda fe que también marca, en muchas familias, el tradicional armado del árbol de Navidad como antesala de las celebraciones de Nochebuena. En Catamarca, esta jornada adquiere un significado especial con el cierre de la Fiesta de la Virgen del Valle, una de las manifestaciones religiosas más importantes del país.
Los festejos en honor a Nuestra Señora del Valle se desarrollan entre el 29 de noviembre y el 8 de diciembre, culminando con una multitudinaria procesión que convoca a miles de fieles que llegan a pie, en vehículos o en peregrinaciones organizadas desde distintos puntos del país. Durante la caminata, los devotos elevan pedidos, agradecimientos y renovadas promesas a la Virgen Morena.
La historia de la imagen se remonta a principios del siglo XVII, cuando fue hallada entre 1618 y 1620 en una gruta de Choya, en la provincia de Catamarca. Según los relatos históricos, un aborigen al servicio de don Manuel Salazar escuchó misteriosas voces y pasos durante la tarde, y al día siguiente siguió las huellas hasta encontrar un pequeño nicho rodeado de flores y fogones, donde finalmente descubrió la imagen de la Virgen María, de rostro moreno y manos en actitud de oración.
El hallazgo permaneció en secreto por un tiempo, hasta que el hombre decidió comunicarlo a su amo. Con el correr de los años, la devoción fue creciendo hasta convertirse en una de las expresiones de fe más emblemáticas del país. En enero de 1890, el fray Orellana mandó a confeccionar la corona de la Virgen, y en esa misma etapa se elaboraron las primeras estampitas.
En 1941, al cumplirse 50 años de la Coronación, el obispo de Catamarca encargó al artista Orlando Orlandi la realización de las telas que narran la historia de la Virgen, y ese mismo año la Catedral Basílica fue declarada Monumento Histórico Nacional. Posteriormente, el 20 de marzo de 1974, bajo la tercera presidencia de Juan Domingo Perón, la Virgen del Valle fue proclamada Patrona Nacional del Turismo.
Con más de 400 años de veneración, los fieles atribuyen a Nuestra Señora del Valle numerosos milagros, entre ellos curaciones de enfermedades terminales, salvaciones ante plagas y relatos de resurrecciones que forman parte del patrimonio espiritual del pueblo. Uno de los milagros más recordados es el de un campesino cordobés que, tras sanar de una grave enfermedad, cumplió su promesa de peregrinar hasta el santuario llevando un antiguo jarro de plata que había desaparecido misteriosamente de la iglesia.
Actualmente, la Virgen del Valle no solo es Patrona Nacional del Turismo, sino también protectora de toda la región del Noroeste Argentino. Su figura continúa convocando a generaciones de creyentes que renuevan su fe, su esperanza y su profundo vínculo con esta expresión espiritual que forma parte esencial de la identidad catamarqueña.







