Tras haber perdido por la mínima en el partido de ida, la Reserva de La Cañada salió con todo en el segundo encuentro. A los 6 minutos, Ramón Belmonte rompió el marcador con un gol clave que cambió por completo el rumbo del partido. El tanto temprano le dio al equipo el envión necesario para dominar el juego y empatar la serie global.
La Cañada escribió una página inolvidable en el fútbol local al coronarse campeón luego de una serie electrizante ante Las Chacritas, que tuvo de todo: emoción, remontada, y un desenlace por penales que quedará en la memoria de todos.
Penales con alma y nervio: La definición desde los doce pasos fue épica. El arquero William Perea fue figura absoluta. Primero, protagonizó una atajada insólita y curiosa, donde la pelota pareció entrar pidiendo permiso. Luego, adivinó el palo y detuvo el penal final, desatando una verdadera explosión de alegría entre los jugadores y toda la hinchada.
Un equipo con garra y cabeza
Más allá del juego, La Cañada mostró madurez, entrega y templanza. Supo manejar los momentos de presión y mantuvo la cabeza fría en los penales, demostrando que para ser campeón se necesita mucho más que buen fútbol: hace falta corazón.
🏆 ¡Felicidades campeones! La Cañada demostró que nunca hay que rendirse y que las finales se juegan con alma.
