Caña con ruda: una tradición ancestral que perdura como escudo contra los males del invierno

Cada 1 de agosto, en distintos puntos del país, se renueva una costumbre milenaria: beber caña con ruda en ayunas como parte de un ritual para protegerse de enfermedades, atraer la buena fortuna y rendir homenaje a la Pachamama. Esta práctica ancestral tiene su origen en la cultura guaraní y se ha transmitido de generación en generación, manteniéndose vigente hasta la actualidad.

Durante siglos, los pueblos originarios enfrentaban las duras condiciones climáticas del mes de agosto —época de lluvias, frío intenso y brotes epidémicos— recurriendo a los saberes de sus chamanes, quienes elaboraban mezclas de licores caseros con hierbas medicinales como la ruda y la contrayerba. Con la llegada de los colonizadores europeos, el aguardiente de caña reemplazó a las bebidas autóctonas, y la ruda —planta de reconocidas propiedades curativas— fue incorporada definitivamente a este preparado ritual.

La tradición sostiene que tomar tres tragos de caña con ruda en ayunas ayuda a «espantar los males del invierno» y a protegerse de energías negativas. A lo largo del tiempo, esta bebida se transformó en un auténtico símbolo cultural, cargado de significados que van más allá de lo medicinal: es una forma de reafirmar la identidad y la conexión con las raíces ancestrales.

Cómo se prepara la caña con ruda: técnica y simbolismo

La elaboración de la caña con ruda combina técnica, simbolismo y tradición. Si bien existen diversas variantes, la receta más difundida parte de una base de alcohol etílico rebajado con agua hervida o mineral. Se recomienda que el alcohol represente el 25% del total, para lograr una bebida equilibrada.

Las hojas de ruda macho se maceran durante varios días en la mezcla alcohólica, lo que permite potenciar las propiedades de la planta. Para lograr el característico color oscuro de la bebida, se incorpora caramelo elaborado con azúcar quemada, cuyo agregado varía según la intensidad de sabor y tonalidad deseadas.

Como toque final, se añaden rodajas de limón, que aportan frescura y equilibran el preparado. Así, la caña con ruda está lista para ser consumida en un ritual que no solo busca proteger la salud, sino también mantener viva una herencia cultural de profundo valor simbólico.

Más que una bebida, la caña con ruda representa un legado que conecta el presente con la sabiduría del pasado. En tiempos de cambios y transformaciones, prácticas como esta invitan a reflexionar sobre la importancia de conservar las tradiciones como una forma de fortalecer la identidad y el sentido de pertenencia.

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