El Día de la Pachamama es una de las celebraciones más significativas de los pueblos originarios de América Latina. Cada 1° de agosto, comunidades de diversas regiones realizan rituales de agradecimiento a la Madre Tierra, que incluyen sahumados, ofrendas de alimentos y bebidas, y la tradicional ingesta de caña con ruda.
Esta festividad de raíces milenarias simboliza el cierre de un ciclo y el inicio de otro, promoviendo la renovación espiritual y la proyección de nuevos propósitos. Su propósito es expresar gratitud por las cosechas obtenidas y solicitar abundancia y protección para las futuras temporadas.

Aunque la fecha central es el primer día de agosto, la conmemoración se extiende durante todo el mes en distintas zonas de Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, el sur de Colombia y el norte argentino, adaptándose a los calendarios y prácticas de cada comunidad.
El significado del 1° de agosto en la cosmovisión andina
La elección del 1° de agosto no es arbitraria. En la cosmovisión andina, este mes marca el inicio del ciclo agrícola en el hemisferio sur, momento en que la tierra se prepara para la siembra. Con la salida del invierno y la cercanía de la primavera, se abre un tiempo de fertilidad y transformación, en el que los rituales buscan propiciar el equilibrio con la naturaleza.

La doctora en ciencias antropológicas Guillermina Espósito, docente de la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora del CONICET, explica que este periodo es propicio para pedir abundancia y protección a la Pachamama, con prácticas simbólicas que reflejan el vínculo espiritual entre el ser humano y la naturaleza.
Por su parte, la antropóloga Ruth Carol Rocha Grimoldi, del Centro de Ecología de Pueblos Andinos (Bolivia), señala que en la religión andina la tierra «culmina su parto» durante el equinoccio de otoño. Posteriormente, entra en un tiempo de descanso, y en agosto se reanuda la actividad con rituales que “piden permiso” para sembrar, honrando el cuerpo de la Pachamama como fuente de vida y sustento.

El Día de la Pachamama no solo es una expresión de espiritualidad ancestral, sino también una forma de mantener vivas las prácticas culturales y el respeto por el equilibrio natural, en un mundo donde esas raíces cobran cada vez más sentido y valor.