Cada 25 de noviembre se recuerda que la violencia de género no es un hecho aislado, sino una problemática social que afecta la vida, la libertad y el futuro de miles de mujeres.
En Catamarca, más de una década de fallos judiciales dejaron en evidencia un patrón común: asimetrías de poder, control, cosificación y ciclos de violencia que derivaron en agresiones, abusos y femicidios. Desde la primera condena por femicidio del país en 2014 hasta casos recientes de acoso laboral, la Justicia local construyó una jurisprudencia que refuerza un mensaje clave:
La violencia contra las mujeres no sólo detiene su progreso personal: frena también el de sus familias, su comunidad y toda la sociedad.
La Ley 26.485 establece que toda acción u omisión que afecte la integridad física, psicológica, sexual, económica o la libertad de una mujer constituye violencia. Y los tribunales catamarqueños han señalado reiteradamente cómo el ciclo violento —tensión, agresión y aparente “luna de miel”— mantiene a las víctimas atrapadas en relaciones de control.
La violencia se sostiene en el silencio, la naturalización y la desigualdad.
Se combate con acompañamiento, educación, denuncias y justicia.
En este 25N, reafirmamos el compromiso por una sociedad libre de violencias.







