En la antesala de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, el Banco de Alimentos Buenos Aires volvió a advertir sobre una problemática estructural que atraviesa al país: en Argentina se desperdician, en promedio, 72 kilos de alimentos por persona al año, una cifra que equivale a cerca de 1.000 millones de raciones de comida que no llegan a quienes más las necesitan.
Desde la organización señalaron que las fiestas de fin de año suelen profundizar esta situación debido al incremento en las compras y a la preparación de comidas en cantidades mayores a las necesarias. Frente a este escenario, convocaron a promover una gestión más responsable y consciente de los alimentos, comenzando por los hábitos cotidianos en los hogares.
El director general del Banco de Alimentos Buenos Aires, Fernando Uranga, remarcó que “estas cifras impactan, especialmente cuando se acercan días festivos, pero son fundamentales para generar conciencia y reducir el desperdicio”. En ese sentido, explicó que cuando un alimento apto para el consumo se descarta, no solo se pierde comida, sino también los recursos utilizados para producirla, como agua, suelo, energía, envases, transporte y mano de obra.
Uranga destacó además que la recuperación de alimentos genera un triple impacto: social, ambiental y económico, y puso en valor el trabajo de los voluntarios que participan diariamente en las tareas de rescate y redistribución. “Las acciones que comienzan en los hogares tienen un impacto a escala nacional y ayudan a que los alimentos lleguen a quienes más lo necesitan”, sostuvo.
Según los relevamientos realizados, los alimentos más descartados en los hogares argentinos son las frutas y verduras, presentes en el 77,2% de los casos, seguidos por productos secos como harina, arroz, polenta, fideos y legumbres, que representan el 26,2% del desperdicio.
