Hambre, humillación, caos, desesperación y muerte: la mirada de la mayor agencia de la ONU en Gaza

Mientras el mundo posa su atención en la guerra entre Israel e Irán, la situación humanitaria en la Franja de Gaza es cada vez más extrema. Israel sigue bombardeando y convirtió a la comida en una nueva forma de humillar y matar a los palestinos. 

Gaza atraviesa una profunda crisis humanitaria. Según la UNRWA, la principal agencia de la ONU en la región, los habitantes viven en condiciones precarias marcadas por el hambre, la humillación y la muerte. La situación se ha agravado por el bloqueo impuesto por Israel, que restringe el acceso a bienes básicos y oportunidades. La población sufre altos niveles de pobreza, desempleo y dependencia de la ayuda internacional. La UNRWA advierte que la crisis podría agravarse si no se toman medidas urgentes para aliviar el sufrimiento de los palestinos en Gaza.

La posibilidad de una larga y destructiva guerra entre dos potencias en Medio Oriente tiene en vilo al planeta y también a la Argentina. Razones no faltan: Irán nunca había conseguido ejercer este tipo de daño en ciudades como Tel Aviv o Haifa, e Israel atacó instalaciones nucleares además de refinerías claves para una potencia energética como es la República Islámica. Entre las posibles y múltiples consecuencias devastadoras de este conflicto se va escurriendo la atención del mundo, justo en el momento en el que los palestinos de Gaza más la necesitan. La situación en el devastado y asediado territorio está peor que nunca: Israel no para de bombardear y convirtió la entrega de comida en «una trampa mortal», según describió la Unrwa, la mayor agencia de la ONU en la Franja de Gaza; más del 90% de la población ya cambió de refugio entre seis y 19 veces para salvar su vida y la única posibilidad de que sobrevivan es que el gobierno de Benjamin Netanyahu ponga fin a su bloqueo y permita el ingreso de toneladas de ayuda humanitaria que están varada hace más de tres meses en los países vecinos. 

Mientras Israel invita a dirigentes políticos y periodistas extranjeros a cubrir los ataques de Irán contra su territorio, hace 20 meses que no permite el ingreso de la prensa internacional a la Franja de Gaza. Además, mató a más de 200 periodistas y atacó edificios de medios comunicación en la Franja. El resultado es un apagón informativo que alimenta a su relato deshumanizador en el que sólo existe Hamas y su lucha armada, y no las familias, las madres, los padres y los niños palestinos que lloran a sus seres queridos, sufren amputaciones, se enferman porque no hay agua limpia y empiezan a verse los huesos cada vez más sobresalidos porque pasan hambre todos los días, hace meses.

Entre los pocos testigos directos de este genocidio está la Unrwa, la agencia de la ONU que se creó en 1949 para asistir a los más de 700.000 refugiados palestinos registrados que fueron desplazados un año antes tras la fundación del Estado de Israel. Es la mayor organización humanitaria en la Franja de Gaza, uno de los objetivos predilectos de los ataques israelíes: en 2024, de los168 trabajadores de la ONU murieron en todo el mundo, 126 eran de Gaza y, de ellos, 125 eran de Unrwa. El año pasado, Israel también acusó a sus trabajadores de colaborar con Hamas y hasta de haber participado en el ataque del 7 de octubre de 2023. Nunca mostró evidencia, pero la ONU investigó, echó a 9 de sus 13.000 empleados por posibles vínculos y no encontró pruebas concretas de una participación en el atentado. De todas formas, Israel prohibió a la Unrwa en su territorio. En otras palabras, el Estado que hace 58 años ocupa militarmente los tres territorios con mayor concentración de refugiados palestinos ilegalizó a la agencia de la ONU que hace 76 años funciona como una suerte de Estado garantizándoles educación y salud. 

El último golpe de Israel a la Unrwa fue cuando a finales de mayo pasado, en medio de las alertas internacionales por una hambruna, decidió que ni ella ni el resto de las organizaciones humanitarias se ocuparan más de entregar comida y solo le permitó ingresar y distribuir alimentos a una empresa estadounidense ignota, vinculada a militares y dirigentes políticos israelíes. El resultado fue, como sostuvo la Unrwa, «una trampa mortal» que ya se cobró más de 300 vidas, según denunció el lunes las autoridades de la Franja. 

«Este nuevo sistema se impone en una zona de hambruna sin ninguna experiencia previa, sin suficiente comida y, principalmente, sin suficientes centros de distribución. El gobierno israelí abrió cuatro, la ONU tiene 400. Además, trae comida para 1,2 millones de personas, pero en Gaza hay 2,2 millones y todos están pasando hambre. Entonces, ¿qué pasa? Abren un centro de distribución, todos en Gaza corren aún bajo las bombas y muchos son asesinados en el camino. Todos hemos vistos las fotos. El gobierno de Israel además puso unas jaulas para terminar de humillarlos por completo. Todos se amontonan, se empujan en la jaula enfrente del centro de distribución. Se crea una situación de caos y, entonces, las fuerzas israelíes le disparan a esas mismas personas y las matan. ¿Cómo se puede llamar a eso? No es un centro de ayuda, es un centro de la muerte», denunció Tamara Alrifai, directora de Relaciones Externas y Comunicación de Unrwa.

Ya van tres semanas de esta misma dinámica y nada cambia. La misma humillación, desesperación, caos y, finalmente, más muertos. «Hay que entender que se trata de un lugar que ha sufrido una destrucción masiva, todas las personas han quedado muy traumadas, perdieron todo. Alrededor del 90% de la población ya se desplazó entre seis y 19 veces, eso significa que todo el tiempo se están moviendo, perdiendo cosas. Muchos perdieron a más de un familiar, ya casi no les queda nada, incluida la comida. El nivel de desesperación es muy, muy alto»,

Como describe la funcionaria de Unrwa, Israel decidió asfixiar el sistema humanitario existente y reemplazarlo con uno cruel que sirve más a sus intereses que a los de los palestinos. Y lo hizo en el momento de mayor debilidad de la población civil. «Hoy toda la Franja es completamente dependiente de la comida y los suministros externos», destacó Alrifai, luego que un reciente informe destacara que entre el 78 y el 98% de las tierras cultivables del territorio ya no sirven, al igual que un porcentaje similar de las zonas verdes. «Es extremadamente peligroso que una población entera dependa de organizaciones humanitarias», agregó. 

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