Mientras miles de personas disfrutan de la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho, una estructura compleja trabaja incansablemente para garantizar que todo funcione a la perfección. Fernando Boneau, administrador del Predio Ferial, compartió detalles sobre esta “maquinaria invisible” que sostiene el evento más importante de Catamarca.
“El despertador suena a las seis y cuarto todos los días”, comienza Boneau, quien a las 7:00 ya está en el predio supervisando la intensa rutina diaria que incluye tareas de limpieza, mantenimiento y coordinación. “El domingo fue impresionante. Calculamos unas 150.000 personas dentro del predio, lo que significó un desafío enorme”, destacó.
Uno de los espacios más concurridos es El Patio, que este año fue ampliado: “Ahora desde el escenario se ve claramente la magnitud de la gente”, señaló. Este crecimiento se refleja también en la convocatoria de artistas nacionales con entrada libre, lo que amplía el acceso cultural a miles de personas.
En cuanto a la limpieza y logística, Boneau resaltó el rol de la cooperativa San Agustín, que cuenta con 140 trabajadores organizados en tres turnos, cubriendo el predio las 24 horas. “Mantenemos permanentemente los baños, hacemos limpieza previa y luego el mantenimiento durante el día”, explicó, aunque reconoció que “la conducta del público también es clave para lograr una limpieza total”.
La rutina del predio comienza a las 7:00 con limpieza exterior, seguida por la apertura de pabellones a las 9:30. Desde ese momento, ingresan artesanos, personal de turismo y feriantes bajo estrictas medidas de seguridad. La apertura al público se da a las 14:00 y se extiende hasta las 23:00.
Boneau destacó también la organización comercial y gastronómica: “Contamos con 94 stands de comida, cinco ranchos tradicionales, cuatro bares externos y diez internos”. Además, subrayó que fuera del predio también hay una importante actividad económica paralela.
Uno de los grandes orgullos de la feria es su estructura artesanal. “Tenemos más de 2.000 puestos, incluyendo 1.553 artesanos organizados por el Ministerio de Cultura y otros 600 entre las carpas Achalay, Acción Social y la Municipalidad”, detalló. Incluso mencionó una carpa de reventa histórica perteneciente a MECA, una agrupación de mujeres emprendedoras catamarqueñas.
La propuesta se completa con los tradicionales ranchos gastronómicos: “El choripán, los tamales y el asado siguen presentes, como parte de nuestra identidad”.
Finalmente, Boneau celebró el resultado del esfuerzo colectivo: “Gracias a Dios, tanto el turista como el catamarqueño están vendiendo. Y tienen que vender, porque eso también es parte de esta gran fiesta popular que es el Poncho”.