Lamberto Boranga: El guardián eterno del arco italiano que a sus 83 años vuelve a jugar

A los 83 años, Lamberto Boranga vuelve a ponerse los guantes y desafía todas las leyes del tiempo y del deporte. El mítico arquero italiano, que brilló en clubes como Fiorentina, Cesena y Parma durante las décadas del ’60 y ’70, anunció que disputará un partido oficial con el club Trevi en la Primera División regional de Umbría en octubre de 2025. Su regreso no solo conmueve por lo insólito, sino por el mensaje que transmite: la edad cronológica no define los límites del cuerpo ni del espíritu.

Más que un regreso, una declaración de principios

Boranga no busca protagonismo ni nostalgia. “Jugaré un partido en octubre y luego veremos. No tengo intención de entrar al vestuario y mandar”, afirmó con humildad. Su objetivo es claro: demostrar que la disciplina, el conocimiento del cuerpo y la pasión pueden mantener viva la llama competitiva incluso en la octava década de vida.

Ciencia, deporte y longevidad

Además de arquero, Boranga es cardiólogo y médico deportivo. Esta doble formación le permitió diseñar entrenamientos personalizados y mantener una rutina física que incluye ejercicios específicos de portero y preparación para competencias de atletismo máster, como el Europeo de Portugal. Su dieta es tan rigurosa como reveladora: nada de alcohol ni tabaco, poca carne, leche de soja, actividad física constante y hasta sexo como parte de su bienestar integral.

Maradona, el único que lo eclipsó

Entre sus frases más resonantes, Boranga dejó una joya para la historia: “Diego Armando Maradona fue el único que me eclipsó. Si él no hubiera estado allí, me habría convertido en el número uno del mundo”. Una declaración que mezcla admiración, orgullo y una pizca de lo que pudo haber sido.

Un león que no se rinde

“Hasta los 70 fui un león y hay días en los que siento 50 años”, dice Boranga, quien nunca abandonó el deporte desde su retiro en 1983. Su historia es un canto a la perseverancia y una inspiración para generaciones que creen que el tiempo es un enemigo. Para él, el fútbol no terminó: sigue siendo el motor que lo impulsa a desafiar los límites y a demostrar que la pasión no envejecer.

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