En el competitivo universo del fútbol argentino, River Plate se quedó con el delantero Maximiliano Salas en una operación que sacudió el tablero de relaciones entre clubes locales. El pase, que se concretó tras una intensa negociación, expuso las debilidades dirigenciales de River y Racing, ambos urgidos por resolver necesidades distintas.
Desde un primer momento, Racing Club intentó resistir el avance del «millonario», tanto por una cuestión deportiva como de orgullo institucional. La primera oferta fue de 3,5 millones de dólares brutos, pero la operación se cerró finalmente por 9,5 millones netos. Esta cifra coincidió con la confirmación de la venta anticipada de Franco Mastantuono al Real Madrid, decisión que contradijo promesas internas de River hacia su entrenador Marcelo Gallardo.
¿Ruptura de un pacto no escrito?
Se instaló la idea de que River rompió un supuesto «pacto de caballeros» al ejecutar la cláusula de rescisión de un futbolista de otro club argentino. Sin embargo, no hay registro de que tal acuerdo haya existido formalmente. Desde el entorno del jugador se recuerda que este tipo de operaciones ya ocurrió antes, como en 2021, cuando Defensa y Justicia compró a Braian Romero a Independiente por la misma vía.
Una solución alternativa podría ser la inclusión de cláusulas diferenciales por origen del club comprador, como hizo Roma con Paulo Dybala en 2022, limitando la ventaja a clubes del mismo país.
Milito, el enojo y la interna en Racing

El presidente Diego Milito rompió su habitual silencio para expresar su descontento. El conflicto también expuso tensiones internas: el plantel exigía desde hace tiempo una mejora salarial general, pero Racing priorizó otras urgencias. Salas, mientras tanto, aguardaba una mejora contractual. Cuando apareció el interés de River, todo se aceleró.
El 17 de junio, Racing y Salas habrían llegado a un acuerdo verbal. Sin embargo, al día siguiente, comenzaron las demoras. Para entonces, River ya había hecho contacto directo. En redes sociales, Salas fue acusado de «traidor» o «mercenario», pero como cualquier trabajador, eligió la mejor oferta disponible.
Gallardo, River y la ley de la selva

Milito no culpó directamente a Salas, sino al cuerpo técnico y la cúpula dirigencial de River. Según el Reglamento de Transferencias de la FIFA, un club debe informar por escrito al club de origen antes de negociar con un jugador (art. 18.3). Sin embargo, la práctica generalizada en el fútbol actual prioriza el contacto con el entorno del futbolista.
Gallardo, por su parte, volvió a mostrar su capacidad de persuasión. En cambio, Jorge Brito y Stéfano Di Carlo recibieron críticas abiertas, incluso de figuras como Juan Sebastián Verón. La política de incorporaciones del club es objeto de debate: en enero se cuestionó a Estudiantes por recurrir a fondos de Foster Gillett, hoy River analiza alianzas con el City Group.
El pase está cerrado, pero las heridas quedan
Salas jugará en River. El capítulo está cerrado, aunque con tensiones latentes. Si ambos equipos se enfrentan —por ejemplo, en la Copa Argentina, el torneo local o una eventual final de Copa Libertadores—, el trasfondo de esta historia volverá a cobrar fuerza. La transferencia dejó al descubierto el costado más crudo de la industria del fútbol argentino: no hay pactos, sólo estrategias.