Un reciente estudio interdisciplinario llevado a cabo por investigadores del CONICET y la Universidad Nacional de Catamarca (UNCA) revela que las técnicas cerámicas ancestrales del noroeste argentino siguen vivas en las comunidades rurales de la región, fusionando el saber del pasado con el presente.
El equipo liderado por el Dr. Guillermo Adrián De La Fuente, del Instituto Regional de Estudios Socioculturales (IRES) y de la Escuela de Arqueología de la UNCA, analizó fragmentos de cerámica del valle de Abaucán, en la provincia de Catamarca. Utilizando herramientas como petrografía, espectroscopía y termoluminiscencia, lograron reconstruir siglos de conocimiento técnico y cultural transmitido entre generaciones.
Durante el Período Tardío (950–1450), la cerámica tenía una función tanto utilitaria como ritual. Muchas urnas funerarias infantiles decoradas fueron producidas en hogares y utilizadas en prácticas simbólicas. Posteriormente, con la llegada del Imperio Inca, la producción se centralizó y se incorporaron técnicas locales, como el uso de tiesto molido en las pastas cerámicas, lo que evidenció un proceso de transferencia tecnológica entre culturas.
Los investigadores afirman que hoy en día, en varias comunidades del noroeste, estas técnicas milenarias siguen vigentes. El conocimiento se transmite de forma oral y práctica, consolidando un patrimonio cultural y técnico que fortalece la identidad local y la sostenibilidad productiva.
Este legado no solo enriquece la historia arqueológica de la región, sino que también representa una fuente valiosa para la innovación cerámica contemporánea, abriendo nuevas oportunidades para el diálogo entre saberes tradicionales y ciencia moderna.
Así, la cerámica prehispánica sigue siendo un testimonio tangible de resistencia, creatividad y continuidad cultural, recordándonos que el pasado vive en las manos y en las formas que perduran hasta hoy.