Crece el endeudamiento, cae el consumo y los aumentos no paran de asfixiar el bolsillo de los trabajadores.
Mientras que el Gobierno celebra la baja de la inflación y se abraza cada vez que puede al «déficit cero» -desmentido incluso por el propio Fondo Monetario Internacional-, los ingresos de la mayoría de las familias argentinas «no alcanzan para vivir».
La brutal postal quedó expuesta después de que Agustín Salvia, director del Observador de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), advirtiera su alarma por la contracción del consumo y el creciente endeudamiento con tarjetas de crédito para afrontar un gasto elemental como el de los alimentos.

«Tuvimos una crisis muy fuerte, producto de políticas que algunos consideran autoimpuestas para lograr una estabilización económica», señaló Salvia, al tiempo que explicó que la baja en los índices oficiales de la inflación responden auna contracción de la demanda. «No hay masa monetaria que refuerce la demanda y las políticas de ajuste redujeron el consumo, lo que a su vez bajó los precios».
Los rubros más impactados por la contracción del consumo son esenciales: alimentos, vestimenta y servicios. Con el bolsillo cada vez más ajustado, las continuas subas de combustible, transporte, gas, agua, luz y comunicaciones no hacen más que reducir al máximo posible la capacidad de compra de los hogares.
«Si el Gobierno sigue sacando pesos, el ajuste se intensificará. Habrá menos consumo, se venderá menos combustible, las familias se endeudarán más para comprar alimentos y enfrentarán mayores moratorias en sus tarjetas», sumó.
Los números de las ventas minoristas respaldan el análisis. Las pymes sufrieron otra contracción del 2% interanual en julio: se trata de una caída por tercer mes consecutivo, de acuerdo al reporte elaborado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
La recesión también se refleja en los comercios, que registraron un descenso del 5,7% en el consumo. ¿Dato alarmante? Llevan ya cuatro meses de números rojos.